La recuperación de deuda suele ser un proceso largo y tedioso. Los expertos en derecho tienen claro que siempre es mejor intentar el cobro de manera amistosa, que acabar inmersos en un procedimiento judicial que puede alargarse durante bastantes meses.
Hasta no hace demasiado tiempo, cuando se trataba de reclamar una deuda de manera extrajudicial, se recurría básicamente al burofax. Una medida que permite dejar constancia de que se ha hecho la reclamación, y que puede ser especialmente útil si en el futuro hay que abordar un proceso de reclamación judicial. No obstante, la recuperación de deuda amistosa presencial se perfila como la opción más eficaz.
Cobro de la deuda: una gestión complicada
Con los juzgados y los tribunales saturados, todo procedimiento de resolución extrajudicial de controversias es bienvenido, tanto entre las personas físicas y jurídicas que tienen problemas legales como entre los profesionales que trabajan en el ámbito legal.
Cuando se trata de cómo cobrar una deuda, las acciones iniciadas por el acreedor sin la asistencia de un letrado, no suelen tener demasiado éxito. Si el deudor está en una situación complicada desde el punto de vista económico, o se niega a pagar por cualquier otra razón, el diálogo entre ambas partes será extremadamente complicado y es difícil que se pueda alcanzar un acuerdo.
La reclamación a través de burofax u otro mecanismo que permita dejar constancia de que se ha requerido de pago al deudor resulta algo más efectiva, pero también tiene un alto porcentaje de fracasos.
En la mayoría de los casos, quien no paga una deuda es porque tiene problemas para hacerlo. El inconveniente de una reclamación hecha por burofax es que no se le brinda al deudor la oportunidad de explicarse, y esto puede hacer que la situación empeore.
Frente a estos problemas, la recuperación de deuda amistosa presencial se perfila como una opción más viable para conseguir un resultado que satisfaga a todos los interesados.
Características de la recuperación de deuda amistosa presencia
Se trata de un procedimiento de reclamación extrajudicial de la deuda, pero en este caso se va a recurrir al diálogo. Dado que en una situación de morosidad es complicado que acreedor y deudor puedan hablar de forma tranquila e intentar llegar a un acuerdo, lo que se propone con esta medida es que entre ellos medie un profesional del derecho.
Es un recobro presencial en el que el especialista realiza una labor previa de investigación sobre los bienes del deudor y su estado financiero, para conocer mejor su punto de partida y hasta dónde llega realmente su capacidad de pago. Tras esto, el profesional concierta una entrevista personal con el deudor y se intenta llegar a un acuerdo con él. El objetivo es que, después de una o varias reuniones, el deudor se avenga a firmar un acuerdo de pago.
El objetivo es conseguir el cobro de la deuda en el menor tiempo posible, alcanzando un pacto que sea beneficioso para ambas partes.
Por supuesto, si no es posible el acuerdo, o si el deudor sigue sin cumplir con su obligación después de haberse comprometido por escrito a ello, no quedará más remedio que acudir a la vía judicial. Lo positivo en estos casos es que el letrado encargado de la defensa de la parte demandante ya tiene en su poder un documento que reconoce la deuda y el compromiso de pago del deudor, por lo que el demandado lo tendrá muy complicado para oponerse a la reclamación de pago en el juicio.
Una buena forma de conseguir que el procedimiento de recuperación de deuda amistosa presencial sea un éxito es contar con el apoyo de especialistas en esta materia. Un abogado no tiene por qué ser un experto en temas de recobros, así que le será de gran utilidad contar con un partner especializado como Activa Legal.
Gestionamos una amplia red de recuperación amistosa de deuda a nivel nacional. Siempre hay un experto asociado a nosotros que puede encargarse de las labores de investigación y de reunirse con el deudor, siguiendo las directrices marcadas por el letrado que dirige la defensa del acreedor.
La recuperación de deuda es mucho más sencilla y rápida cuando se lleva a cabo en términos amistosos. Es la mejor manera de garantizar la satisfacción del cliente que se ha visto afectado por la morosidad de un tercero, y evita tener que invertir tiempo y recursos en un procedimiento judicial.
